Desde Cannes, María Belén Poncio (hasta en IMDB aclaran que su apodo es “Belu”, así que mejor “Belu”) se muestra entusiasmada por el estreno de Take Me en Cannes, un trabajo al que llegó a la producción por amistad, por curiosidad, por enamorarse de una historia muy loca con la que se encontró en el máster de la Universidad de Nueva York.
La directora de Cuando todo arde y Metro 20 habla sobre ese nuevo logro en su carrera, que de tantas buenas noticias contrasta con la crisis que vive la industria audiovisual argentina.
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En el medio de ese largo viaje que puede ser una charla a distancia, Belu regresa a Córdoba una y otra vez; va y viene por escenarios neoyorquinos; recala en Paraguay; se aleja hacia Torino, Italia. Y vuelve nuevamente a las sierras o a la ciudad.
En julio vendrá a rodar un nuevo corto, que sucede al premiado Cuando todo arde (estrenado en Bafici 2024), pero que no tiene puntos de contacto desde lo narrativo.
Con “un poco de acá, otro poco de allá” va a lograr financiarlo, reinvirtiendo todo lo que consiguió con el anterior, que tuvo –y sigue teniendo– un gran recorrido.
“Un fondo de Estados Unidos, que da un actor para apoyar a realizaciones latinas; el premio que obtuve en Tribeca, que era para un siguiente proyecto; la universidad que apoya; otro premio de otro festival”, repasa. Había aplicado para Historias breves, pero quedó medio en la nada, dice, “como en el aire, como todos los concursos que surgieron con Milei”.
María Belén Poncio y un tiempo de contrastes
Las buenas noticias de su carrera contrastan con la oscuridad de este lado del mundo, con el cine argentino atravesando una de sus etapas más inciertas. “Es difícil ver que todo lo que se construyó en estos años, en el cine argentino en general, y en Córdoba particularmente, que había empezado a ser una industria. Mucha gente podía vivir de eso y se hacían muchas pelis. Hoy ver cómo está toda la gente que conozco, que son mis amigos y que siempre han apoyado mis proyectos como yo a los suyos, es retriste”, dice Belu.
“A mí me toca justo no estar ahí, pero igualmente quiero filmar allá. Lo mío es una casualidad, no es que me fui por la situación, me agarró afuera”, aclara. “Obviamente, deseo que todo se revierta porque es el lugar en el que quiero filmar y quiero que además mis amigos también pueden hacerlo, contando lo que nos pasa ahí. Ojalá sea solo un mal tiempo”.
Belén dice que no tiene planes de regreso, por el momento. En lo inmediato, filmar el nuevo corto en invierno, pero luego se volverá a Nueva York, donde todavía le queda un año. Allá quiere filmar también, en el tiempo que resta del máster, y al terminar analizará las opciones en cada lugar.
¿Sentiste en el audiovisual un salto muy grande de Córdoba a Nueva York? “Es una ciudad donde hay tanta producción que también es todo muy competitivo. Hay una mirada muy desde la industria, con modos de producción gigantes. En ese sentido, es distinto, pero por ahora he estado más en el ámbito de la universidad y no sentí tanto el cambio… somos como grupos chicos de gente ayudándonos, haciendo todos todo”.
Lo describe así y parece que habla de Córdoba, porque esa es la manera en que esta pequeña industria se mueve, con “mucho compañerismo y solidaridad: todos apoyando los proyectos de los otros”.
Talk Me, una historia singular
A Talk Me llegó por el director, Joecar Hanna, que es de Valencia pero lo conoció en el mismo máster. “Él comenzó un año antes, pero nos hicimos amigos: los dos hablamos español y desde el principio conectás desde otro lado con la gente que habla el mismo idioma”.
“Esta era su tesis –detalla–, el corto final, y me invitó a producir. Cuando me contó la idea, me pareció increíble. En general no hago mucha producción, pero era un corto, me parecía manejable y me encantó la idea”.
Talk Me plantea un mundo en el que todo se expresa a través del sexo, y en el que la comunicación entre los seres humanos es casi inexistente. “Retrata un mundo surreal, una distopía en la que de pronto las relaciones son a través del sexo y la intimidad. La gente en la calle no habla, no se dirige la palabra. Es un extremo de ciertas cosas que sí se sienten hoy, llevado al límite”.
La experiencia del rodaje fue muy loca y a la vez muy divertida, asegura ella.
Con foco en dirección y guion
–¿Por qué decís que no te gusta producir?
–No es que no me gusta. Por ahí estoy enfocada más en la dirección y en el guion, que es mi principal foco y objetivo. También he experimentado bastante y me ha gustado mucho hacer dirección de fotografía. Producción es algo que en lo que general no elijo, al margen de producir mis propias cosas, porque obviamente uno termina produciendo también. Este caso puntual era de un amigo y me gustaba mucho la historia; lo mismo volví a hacer en Paraguay para otro amigo que acaba de filmar en abril. Elijo muy puntualmente si quiero involucrarme de ese lado.
Otro de los proyectos que la entusiasma es el de un largometraje propio, Chosen City, que ganó un desarrollo en el festival de Torino. “El lab es un espacio de desarrollo para hacerlo crecer. La historia sucede en Córdoba, más precisamente en Capilla del Monte. Estoy en proceso de escritura y en este espacio está creciendo muchísimo. Tuvimos el primer encuentro en abril y el segundo es en junio. Después hay instancias online y al final de noviembre hay un pitch en el festival de Torino”, asegura Belén.
Cuando se sienta a escribir, piensa en Córdoba. “Sí, 100%”, afirma. No es una casualidad, ya que suele escribir mucho desde su experiencia personal, de cosas que le pasaron alrededor, que vio. “Sí, en general es Córdoba. Pero ahora en Nueva York siento que, tras cuatro años, puedo escribir algo ahí. Como que realmente he transitado y construido memoria y anécdotas allí. De ahí surge este otro guion que quiero filmar en Nueva york, pero igual la mayor parte de las ideas surgen en Córdoba”.
“Me encanta retratar Córdoba: viví toda la vida ahí, tengo no solo las memorias, las anécdotas, los detalles, sino las pequeñas cosas que fui reservando durante toda mi vida. Me parece muy divertido poder retratar esas cosas que forman parte del escenario que te rodea”, agrega.
Una comedia negra, el nuevo proyecto de Belén Poncio
El corto que filmará en julio no tiene nada que ver con Cuando todo arde. “Es una situación en la que hay un aumento de nafta anunciado y una chica que quiere ir a un concierto se ve atrapada en esperando en la cola de la estación de servicio para que carguen nafta antes de que aumente. Y trata sobre todas las relaciones, sobre la gente que está haciendo fila… es como una comedia negra”.
Dice que repetirá con personas con las que trabajó anteriormente, como las películas Vigilia en agosto y El siervo inútil, la serie Metro 20 o su corto Cuando todo arde. “Siento que es una comunidad en la que confío, que aporta muchísimo creativamente, son superprofesionales y también somos amigos. Es un regalo filmar así, cuando realmente sentís que estás entre amigos que están en la misma, que a todos realmente les importa el proyecto y quieren sacarlo adelante”, cierra.
