La ceremonia de los Premios Sur realizada en Córdoba, transmitida para toda Latinoamérica por HBO Max y TNT, fue correcta. Significaba la salida al país del premio después de 18 ediciones, todo un desafío.
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Desde lo formal, no se pueden cuestionar ni los premiados (El Jockey y Alemania, grandes y merecidas ganadoras) ni los homenajes (Diana Frey, Eugenio Zanetti, Guillermo Francella), ni la televisación, que no escapó a la lógica de toda premiación que conocemos.


De lo artístico que se vio en el escenario del Teatro del Libertador –al menos lo que superó la prueba del flojo sonido en sala–, bien. Los Caligaris y Jairo siempre bien, Lula Bertoldi requetebien. Pero la flojísima apertura fue un cocoliche: cruzó lírica, danza y un rap que declamó “te traigo la canción con la liberación del cine argentino para toda la nación”, que dio paso a una tema… ¡en inglés!
Inexplicable (palabra idéntica en español e inglés, para evitarnos otro juego de palabras extra).

Una alfombra demasiado larga
De la alfombra roja vamos a obviar la polémica por el tránsito caótico del día –no era para tanto–, pero no así su desproporción: fue casi una autopista de alfombras, un recorrido interminablemente largo y ancho para unas decenas de medios y estrellas.

Había vallas donde vayas (“más que las que usa Bullrich”, bromeaban algunos artistas); y un público chismoso que nunca superó en la vereda de enfrente las 40 personas y un ladrón (persona, también), que insólitamente intentó robar algo con toda la seguridad dispuesta. Spoiler: lo atraparon.

La alfombra fue exagerada en tamaño y escasa en practicidad, lo que dejó en evidencia que Córdoba no tiene tradición en premiaciones glamorosas: había cierto desconcierto de por dónde, con quién o cómo transitarla, y quiénes estaban para pasar por allí o debían ir “por Duarte Quirós”. Por ejemplo, algunos actores y actrices de Córdoba.
Las luces dispuestas encandilaban a las estrellas o a las personalidades a la hora de las fotos, y los fotógrafos sufrían los rostros algo quemados y sus propias sombras.
Igual, todo esto es parte del juego de cada show, expuesto a críticas, humor y hasta sarcasmo. Pero hay otras cosas más interesantes para analizar a partir de los Premios Sur.

¿Federalismo? Mmm
Los Premios Sur fueron tan “unitarios” como de costumbre, más allá del deseo de la Academia de sacarlos de Buenos Aires y del gobierno de Córdoba de traerlos a la provincia.
Incluso dejando la ceremonia de lado, hablar de federalismo cultural en la Argentina es, en muchos casos, una forma elegante de querer encubrir la verdad incómoda: el país sigue funcionando bajo su lógica profundamente porteñocentrista. Chocolate por la noticia.
A pesar de los discursos que exaltan la diversidad y la descentralización, los recursos, las decisiones y la visibilidad siguen concentrados en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En tiempos de carencias, eso se vuelve más evidente e irritante más allá de la General Paz. Los Premios Sur fueron apenas un caso más, pero ni el único ni el más grave.

Igual, no podemos negar que algo siempre es mejor que nada. Es bueno que las miradas se posen un rato en No-Buenos-Aires, sea cual fuere, y los Sur lo lograron por unas horas.
Un primer paso
Vale aclarar que la organización es de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina y no habría que descargar en ella el peso de decisiones de políticas culturales que van más allá del ámbito en el que se desarrollan. Tampoco debemos pedirles que destraben cosas que ni siquiera los gobiernos más progresistas y cercanos a la cultura consiguieron.
Menos (o nada) se le puede pedir al gobierno nacional de Javier Milei, que no solo no hace, sino que deshace. Que no mejora nada, sino destruye. En general a toda la cultura, en particular al cine.
Sobre la Academia podría decirse que si tuviera voluntad de cambio real tendría más miembros de las provincias (Córdoba tiene 3, todo un privilegio); su comisión directiva contaría con más integrantes de otras latitudes; se realizaría una comunicación que muestre una industria diversa y nacional. ¿Y si los premios dejan de tener conducción porteña?

Naturalmente, si entre quienes nominan y votan hubiera mayor proporción de personas del interior, las ternas y premios serían diferentes. Seamos optimistas: quizás, esto de cruzar la General Paz sea un primer paso y podamos celebrar hacia adelante otras políticas de impronta federal.
Del centro a la periferia
Ahora sí, volvamos al estado. Las políticas culturales que se proclaman federales consisten, en ocasiones, en programas o fondos que se distribuyen con criterios desiguales sobre decisiones tomadas del centro hacia la periferia.
Es un calco de lo que ocurre en los estados provinciales entre su capital y el resto. Por eso, quien patalea en las capitales de Córdoba, Santa Fe, Mendoza (o cualquiera) “hacia arriba”, probablemente ejecute la misma desigualdad “hacia adentro”.
El problema no es sólo económico: también, y quizás principalmente, es simbólico. Pero empieza con lo económico. Billetera no solo mata galán, también mata gestión federal.
Desde la provincia hubo una decisión de poner a Córdoba en la vidriera de la industria audiovisual argentina con los Premios Sur, como centro de producción o como set de filmación para atraer inversiones. Pero, como toda decisión, que es imposible que comprenda a todos, puede dejar heridos.
Hay un sector del audiovisual cordobés que no se siente parte de estas políticas y mira con recelo. El vacío que le hicieron profesionales técnicos y artísticos del cine de Córdoba a la ceremonia de los Premios Sur es una señal bien clara.

Mientras el gobernador Martín Llaryora declamaba sobre el escenario su idea de posicionar la industria cordobesa regionalmente, una parte importante eligió darle la espalda.
Lo simbólico también juega
¿Se beneficiarán esos mismos ausentes si la industria se reactiva con las políticas del gobierno? Definitivamente, sí. También hay razones para entender el enojo que se arrastra desde hace tiempo, y que suele quedar en stand by si el contexto es favorable.
Si no lo es, una cena VIP (para Very Important Porteños) o quedar fuera de un cóctel puede ser la chispa para que todo estalle.
El gobierno decidió invertir en la ceremonia, sí, con el sector en virtual parálisis desde hace más de año y medio, también. Pero hay que reconocer que podría haber gastado pauta millonaria en medios nacionales con el mismo objetivo, y conseguir probablemente menor impacto.
¿Se enojarían en el sector en tal caso? Probablemente no, o sería diferente: lo simbólico no puede quedar afuera del análisis.
Si vemos las últimas 10 o 20 películas realizadas en Córdoba, la mayoría con apoyo del mismo gobierno provincial, las ausencias sorprenden más.
“Frente a políticas que solo responden a las condiciones de mercado, es importante recordar que son nuestras películas las que generan el verdadero desarrollo audiovisual”. Eso escribieron desde el Colectivo de Cineastas en un posteo por el día de los directores audiovisuales, horas antes de la ceremonia. De los 43 directores y directoras mencionados, no se vio a ninguno en el Teatro del Libertador.
Si visto desde Córdoba los Premios Sur no tuvieron un brillo federal y parecía que respondía a la misma matriz cultural en la que lo central sigue siendo el gusto, la lógica y las redes (no sólo sociales) porteñas, las ausencias lo profundizaron. Pero es posible pensar que si todos hubieran estado en las plateas, tampoco hubiese sido diferente el evento.
Será la hora de construir nuevos puentes, porque esta fractura expuesta no le sirve a nadie.